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Columpio

Recuerdo cuando me empezaba a balancear yo sóla en el columpio. Prefería que me empujase alguien para llegar más alto. Me encantaba la sensación de mirar al cielo y ver entre las hojas de los árboles el sol, si cierro los ojos puedo sentirme tocando el cielo. Yo era de las que me gustaba esperar a estar en el momento más alto y entonces… saltaba. Esos segundos de suspensión, de excitación antes de tocar el suelo – que a veces era con la cara, el culo o cualquier parte del cuerpo que no fuesen los pies – eran mágicos. ¿Qué sucedió para que ahora esa incertidumbre me de tanto miedo? ¿Cuándo empecé a cogerle miedo a volar? ¿A preocuparme por cómo iba a caer? Si cierro los ojos, todavía puedo sentirme volar.